Es domingo en la aldea “Bolivia” en el departamento de Suchitepéquez, aparece el sol mostrándole a toda su población un bello amanecer en nuestras costas sobre el océano pacífico.
En “Bolivia” se empieza a escuchar el sonido de gente despierta; poco a poco se empieza a escuchar las voces de los jóvenes de esta aldea apresurando a sus hermanos y amigos porque ya se tienen que ir. Esta misma alegría mañanera se siente en muchas otras aldeas alrededor de Tiquisate, Escuintla.
Algunos salen en sus motos, el nuevo transporte que poco a poco ha ido sustituyendo a la bicicleta; otros toman el único bus que sale diariamente de su respectiva aldea y otros más inician su recorrido a pie todo por llegar a este bello municipio de Escuintla.
Salen de sus casas y recorren los caminos llenos de palmeras, algunos atraviesan el Rio Bravo, otros que vienen desde Tecojate se atraviesan el canal, sin embargo, en sus rostros se denota algo común: la felicidad que da el poder soñar y saber que ahora tienen la oportunidad de hacer sus sueños realidad.
A eso de las nueve de la mañana, se empiezan a escuchar los motores de las motos y las risas de los grupos de chavos que empiezan a reunirse en la entrada de la Escuela Abierta “Jacinto C. Javier” en la colonia 15 de Junio de la Zona 3 de Tiquisate, Escuintla.
Ya desde las 7:30 de la mañana, todos los sábados y domingos se encuentran en la Escuela Abierta, la Coordinadora, los Talleristas y un grupo de más de 25 jóvenes voluntarios preparando los instrumentos, los materiales y todo lo necesario para que puntualmente a las nueve, los Talleres de Pintura, Baile Latino, Computación, Inglés, Baloncesto, Futbol, Comunicación y Música entre otros, estén listos para que todos los que salieron de sus aldeas temprano de esa mañana participen en ellos y aprendan los que les gusta durante todo el día.
Al mediodía todos de manera ordenada y guiados por los jóvenes voluntarios reciben su almuerzo para continuar aprendiendo a partir de las dos de la tarde. “La alegría de los patojos sobrepasa al calor que muchas veces no se aguanta”, eso nos comparten dos mamás que traen a sus hijos e hijas a la Escuela Abierta. Una de ellas nos sirve tostadas con carne…mmmmm…sabores guatemaltecos que solo en nuestras comunidades podemos encontrar, mientras la otra nos comenta que con su familia salen temprano en el único bus que sale diariamente de la aldea Barriles, muy cercana a Rio Bravo; sin embargo, el regreso lo hacen caminando durante más de hora y media cuando no encuentran quién les dé un “jalón”; pero “no importa” nos dice, “mi hija recibe inglés y computación, mi hijo además de esos cursos también está en música, yo a veces entro al taller de música porque me gusta tocar el saxofón; y para mientras aprovecho el tiempo y vendo comida aquí, al terminar el día nos vamos todos juntos platicando de lo que aprendimos durante el día”.
Después de haber terminado nuestras tostadas nos despedimos de ellas y de la Escuela Abierta “Jacinto C. Javier” en Tiquisate, Escuintla; con el delicioso sabor de saber que cada fin de semana, la vida de más de mil jóvenes guatemaltecos de Tiquisate y de sus aldeas cercanas (algunas no muy cercanas…) ha cambiado y que ahora disfrutan de su juventud en su espacio: Las Escuelas Abiertas.
Luis Aguilar
Técnico en comunicación
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